LA MONTAÑA Y LA VENGANZA

Cuenta una antigua leyenda que hace mucho, mucho tiempo, cuando sobre la faz de la tierra no existía vida, la historia se basaba principalmente en el agua y las montañas.
Las montañas altas y fuertes visionaban todo el paisaje, al agua le encantaba deslizarse, y el lugar preferido para ello eran las montañas.


El agua libre y móvil recorría a su antojo, las montañas pesadas y lentas se dejaban recorrer con pesadumbre. Cansadas las montañas del choque y recorrido del agua por su piel decidieron vengarse por la falta de respeto. Las montañas, aunque lentas fueron moviendo sus formas, fueron acercándose unas a otras con intención de retener el agua, su intención era demostrar al agua el sentimiento de quietud en la que ellas estaban envueltas.

Pasado el tiempo las montañas se movieron, el agua calló y al final de la montaña no encontró salida; millones de gotas se almacenaban entre la base de varias montañas. El agua inmóvil, las montañas también, la venganza satisfecha; el sol arriba y siguiendo la leyenda surgió el caldo de cultivo de donde procedemos; el comienzo, la creación de vida, nuestro origen, nuestra esencia.

Debido a esta leyenda se dice que los seres vivos son vengativos por naturaleza, se formaron con espinas, venenos y cuernos, con dientes, púas y garras, al hombre le tocó la ira y la superioridad.