LOS PAPALAGUI


Un jefe samoano vino a Europa hace un siglo y flipó con los hombres blancos: los Papalagui.

Al volver a su isla transmitió a su pueblo cómo vivían esos infelices de occidentales. De sus discursos salió este libro, y de este libro estas frases e ilustraciones:

Los Papalagi son pobres porque persiguen las cosas como locos. Sin cosas no pueden vivir. Cuando han hecho del caparazón de una tortuga un objeto para arreglar su cabello, hacen un pellejo para esa herramienta, y para el pellejo hacen una caja, y para la caja, una caja más grande. Todo lo envuelven en pellejos y cajas.
En cada choza hay tantos objetos que los caballeros blancos emplean muchas personas sólo para ponerlos en el sitio que les corresponde y para limpiarles la arena.
Los Papalagi turban de todos los modos posibles sus mentes y enloquecen pensando que el hombre no puede vivir sin cosas, como no puede vivir sin comida.
Cuantas más cosas necesitas, mejor europeo eres. Por esto las manos de los Papalagi nunca están quietas, siempre hacen cosas. Ésta es la razón por la que los rostros de la gente blanca parecen a menudo cansados y tristes y la causa de que pocos de ellos puedan hallar un momento para mirar las cosas del Gran Espíritu o jugar en la plaza del pueblo, componer canciones felices o danzar en la luz de una fiesta y obtener placer de sus cuerpos saludables, como es posible para todos nosotros.

Atrapado por la junta de las baldosas

Despacio, en aquel lugar sin nombre, el hombre innombrable vivía.
Violento, en la Gran Vía, Gerome huía de puntillas de la ciudadanía.
Deprisa, allí mismo, amaba, sentía, escribía.

Microbios, putas, dudas, risas y mentiras.