ENCARGO DE UN TEXTO

Buenos días, I.
Soy E y con estas letras quiero cumplir con el encargo recibido en la entrevista personal que mantuvimos. Un encargo un tanto difuso, unas letras para darme a conocer, un escrito que no hablase de nada en concreto y que a su vez reflejase mis aptitudes como escritor, o como editor, o como persona.
Este texto parte de mi inventiva y pasa por mis dedos para acabar reflejado en la pantalla del ordenador. Frases que deambularán por la nube de internet a la espera de ser leídas, rescatadas, tomadas como si de mercancía se tratase para ser posteriormente manufacturadas. Materia prima para otro editor, destinatario. He escrito un
microcuento.

El chico que escribe lento por culpa del diccionario había recibido el encargo, aparentemente sencillo, de escribir dos o tres párrafos. Un texto que hablase sobre sí mismo, un conjunto de letras que sin hablar de nada en concreto tuviesen la capacidad de transmitir tanto, que leerlo fuese como observar el retrato de su autor.
La mujer que germinó la idea de este texto esperaba impaciente. Restauraba textos, viendo en cada letra un dibujo y en cada página un cuadro, excavando en su e-mail en busca de yacimientos. Con ojos horizontales y algo llamado criterio, leía, leía y leía, y al leer cada texto, entraba en el escritor y veía en sus pensamientos.

El chico que teme escaparse por las letras se imagina contando tremendas historias, y mientras piensa y no avanza nota que el tiempo no pasa de página y la tecla atrás ahora es la que manda. Pensó en pasar bola y decirle a ella algo postmoderno: ¿qué te parece si acabas tú el cuento?

Ya desesperada, y en el mismo momento, ella va y le escribe, deteniendo el cuento:

Querido E,

Da igual lo que escribas, pero escribe algo. Lo importante es esto.

Un saludo.

La chica del final del cuento.