NUEVA HUELLA

ÁRBOLES SINGULARES









¿REGLAS DEL JUEGO?


Veo un juego de canicas, un agujero escavado en la tierra.

Miro, una mano se dispone a proyectar la canica del mundo para meter al hoyo la canica del dinero.

Observo, el jugador debe de estar tumbado y parece que ha cavado el hoyo hace poco. La mano parece de un joven, que rebelde hace lo contrario de lo que ve hacer: ¿no es el dinero quien empuja al mundo?

Pienso, ¿quién decide las reglas del juego?

SUEÑOS

Un niño y su madre bajan cada tarde al parque.
El niño, curioso, observa una columna de metal que brota del suelo. Está colocada en un lugar estratégico, pero nadie le hace caso, es una fuente sin pitorro.
Con miedo , el niño lanza el balón en aquella dirección y reclama la compañía de su madre.
El niño pregunta por aquello, y con las respuestas crece su impaciencia: que si una máquina para sacar agua, que si un columpio roto del parque.
El niño insiste, pregunta dónde va aquel agujero que entre rejas se adentra en la tierra.
-Al otro lado del mundo, contestó la madre.
Al ver la apertura de ojos que había provocado, la madre continuó.
-La tierra es redonda y nosotros estamos sobre ella, como si nos subiesemos a una pelota enorme. Y este agujero llega hasta el otro lado del mundo.
-Y... ¿Para qué sirve? preguntó él.
- Mira, tu puedes hablar por aquí y lo que digas lo escuchará alguien al otro lado del mundo
El niño, impaciente, se agachó y se dispuso a gritar.
-¡Espera! tienes que saber una cosa más. Tienes que decir cosas bonitas, allí es de noche y están durmiendo. Lo que digas por ahí lo escucharán en sueños, ¿y no queremos que tengan una pesadilla, no?
El niño, agachado, esperó que acabara, cogió aire y gritó por el agujero:
-EO, EEEOOOO. ¿Jugamos a un juego?

VISIÓN RURAL



EL MAR Y SUS ARTES






EL POLÍGLOTA

Había una vez una persona que manejaba 5 idiomas y estaba estudiando otros 2.
Cuando le llegó el momento de hablar su voz se quebró y no supo qué decir.

Desde ese día toda la humanidad le creyó mudo.
Cuando nadie le observa sigue balbuceando cosas ininteligibles.

CONEXIÓN



NATURALEZA







VIDAS CIRCULARES

La vida y la muerte, el sol y la luna,

planetas y átomos, ojos y burbujas.

Tierra, caramelos, una pompa de jabón.

Las canicas, las velas y pelotas de ping pong.

La rueda, la bombilla, un montón de cd-rom.

Tus ojos, tus pechos y hasta tu pezón.

Caricias, canutos, te quiero mi amor.

Monedas, copas y ese botón.

Cigarros, teatros, bolas de billar.

Anillos, balas, el bien y el mal.

El tiempo, la hora, volver a empezar.

Todo es circular, incluso lo es
este punto y final.

MANERAS DE MIRAR




LA MUJER QUE PERDIÓ EL TIEMPO

El día en que ella perdió el reloj se le vino el mundo encima.
Los días, las tardes, las lunas sucedían sin pausa. No podía controlar el tiempo. Se le escapaba.
Con una sensación de angustia se atrevió a vivir cada segundo como si fuese el último.
Y la angustia desapareció, como también lo hizo la marca del reloj en su muñeca.

CERDOS

Imagínense un pueblo cualquiera. Pues allí, llegó un animal y decidió quedarse. Los habitantes decían que nunca había ocurrido nada así, y con reticencias aceptaron compartir su pueblo, el mejor de la comarca. Le llamaron Oing.

Entre todos pensaron que sería buena idea que estuviese allí, siempre y cuando se le sacase una utilidad. Decidieron darle de comer conjuntamente.

Ocurrió que nuevos animales llegaron al pueblo en un número que consideraron aceptable. Decidieron compartir sus tierras, ya que había comida abundante. Más tarde, el número de animales produjo competencia y les comenzaron a llamar cerdos.

Los autóctonos decidieron poner remedio a la situación, pues aunque había comida para todos, la convivencia hacía que algunos pueblerinos tuviesen que comer hierba, antes dedicada en exclusiva para los otros. La mayoría proponían matar a los cerdos, algunos expulsarles de allí, otros ubicarles en las casas abandonadas de las afueras, pocos decían que fueran como uno más en el pueblo, con sus mismos derechos, cuando el más anciano, recordando la historia de su pueblo, convocó una reunión.

Les informó de que él llegó de joven a la tierra que todos pisaban y ocurrió algo parecido a lo que ahora acontecía. Cuando llegó fue aceptado porque sabían que aquello que tejía le sería de utilidad al pueblo. Más tarde llegó su familia, quisieron echarles y prohibir la venta de sus productos.

Con el tiempo no sólo consiguieron tener los mismos derechos que los del pueblo, sino que se les permitió continuar con la actividad que de otro pueblo traían. El tejido, ahora, era la principal actividad.

Al venir estos hombres, dijo, no se nos ocurre otra cosa que mirarnos el ombligo y les tratamos como si fueran un trapo de los que fabricamos, algo que se vende, se usa y se tira, o con lo que sacar dinero, es por eso que les hemos puesto el nombre de cerdos y les tratamos como tales. De la misma manera y hace tiempo, cuando llegué al pueblo, me llamaron ilegal.