EL VIAJE EN METRO QUE ME DESCUBRIÓ MI MONTAÑA DE LOS SIETE PICOS

Hipersensible. La música de mi Ipod me traspasa, me retiene, me alegra.



Pensativo. El metro y sus ruidos me sacan de la percepción de mí mismo.

Primaveral. La imagen de unos pies desnudos me intriga y me invita a vivir y conocer.

Buscando. Me pregunto si habrá escrito algo en la planta de sus pies, un grito silencioso que a cada paso diga:

Reseco y cansado. Bostezo y recojo mis lágrimas para calmar mis labios.

Creativo. Me veo, como los Power Rangers, controlando desde la cabeza, un cuerpo que no siento. Viviendo en una serie, construyendo el guión.

Analista. Tras pasar una hora desplazando mi cuerpo por la ciudad, descubro que soy como la montaña de los siete picos, y los alti-bajos del ciclo de mi ser se me presentan:

CORAZÓN DE MUSGO

DE LA RADIO AL CHIP, DEL CHIP A LA RADIO.

Año 2107. Ni evolucionados ni extinguidos. La vida continúa, pero ha ocurrido una revolución mundial. Todo ser humano tiene colocado un chip en el interior de su oreja. Con él, diversos usos que dan cuenta de nuestro “desarrollo”. Localizador del gobierno, comunicador interpersonal, estimulador de vivencias y sensaciones…

Como pasó con Internet, el chip era necesario para generar un mundo más abierto, plural, democrático, pero las empresas y los estados lo dirigen.

La tecnología la hace el hombre… Y es lo que el hombre hace con ella.

Cambiando el rumbo, un grupo de hackers, planteó la necesidad de pensar de otra manera. Volvieron a utilizar la radio.