Un niño se paró en un semáforo de su barrio y pulsó el botón de peatón.
El semáforo se puso verde para los peatones, pero él prefirió permanecer ahí. Y una vez se tornó rojo, volvió a pulsar. Y así durante horas.
Los conductores desesperaban al ver que el crío no cruzaba la calle. Pensaban que lo hacía por diversión pero lo que pretendía era bajar las pulsaciones a esta sociedad convulsa.
El semáforo se puso verde para los peatones, pero él prefirió permanecer ahí. Y una vez se tornó rojo, volvió a pulsar. Y así durante horas.
Los conductores desesperaban al ver que el crío no cruzaba la calle. Pensaban que lo hacía por diversión pero lo que pretendía era bajar las pulsaciones a esta sociedad convulsa.