EL NIÑO Y LA CEBRA

Un niño se paró en un semáforo de su barrio y pulsó el botón de peatón.


El semáforo se puso verde para los peatones, pero él prefirió permanecer ahí. Y una vez se tornó rojo, volvió a pulsar. Y así durante horas.


Los conductores desesperaban al ver que el crío no cruzaba la calle. Pensaban que lo hacía por diversión pero lo que pretendía era bajar las pulsaciones a esta sociedad convulsa.

AQUEJAMIENTO

El quejicoso quejica se quejaba de que las quejas ajenas eran un quejío sin sentío.

PICANTE EXTRAVAGANCIA

Vivimos en un mar de letras,
Petrarca tiene las Iliadas dispuestas.

un agujero verde en un halo blanco,
con manzanas podridas en el beso prohibido.

Rubio, sedoso, al viento,
círculo de potencia en arduo amanecer.

Esto es un trazo lastimoso,
con sudores espesos y picante extravagancia.

TRAGO SOBRE TRAZO

Luminiscencia vaporosa, horizontes cercanos;
ver cómo salpica el chorro a plena luz del día.

Caras en la arena, pinturas en la roca,
como voces sombrías por el desierto.

El arbusto ardiente en el oasis escondido,
entre la textura que me envuelve.

Mares que se dividen y muestran el camino,
por cierto tio, pa tu culo mi pepino.

UN ESCRITOR ATAREADO

Un hombre vivía tan atareado que un día se olvidó de respirar. Ese día murió.