VIAJE INTERIOR

Como cada noche Mauricio se situaba frente al espejo de su cuarto de baño. Se lavaba los dientes, se afeitaba, se peinaba y perfumaba. Seguidamente se ponía su mejor traje y se acostaba en su cama, dispuesto a vivir en sueños lo que la vida no le había dado.

El día que lo encontraron muerto en su cama, su chaqueta tenía un agujero y su camisa estaba manchada de sangre.
Sin embargo, su cuerpo no mostraba ninguna herida.