LA MUJER QUE PERDIÓ EL TIEMPO

El día en que ella perdió el reloj se le vino el mundo encima.
Los días, las tardes, las lunas sucedían sin pausa. No podía controlar el tiempo. Se le escapaba.
Con una sensación de angustia se atrevió a vivir cada segundo como si fuese el último.
Y la angustia desapareció, como también lo hizo la marca del reloj en su muñeca.