ESPINA

Del eterno sueño que había sido su vida, Espina despertó con gran parte de sí dentro de la pata de un animal. No su ser, sino su consciencia, tomó vida en el momento en que dejó de formar parte de la planta para formar parte del animal.
Este hecho provocó que con la distancia pudiese observar a aquella sociedad de espinas a la que había pertenecido, dándose cuenta de que, durante su letargo, había obviado que el noble destino de proteger, ocultaba un daño.
Arrepentido de haber cumplido con la función que como espina se le había designado, luchó por librar al animal de su dolorosa compañía. Sabía que aquello sería con seguridad el final de su recorrido. A pesar de ello y como si de un reflejo de su pensamiento y su existencia se tratase, se revolvió y cayó clavando su punta en la tierra.